Tomado del libro Every Moment Holy

Escrito por Douglas Kaine McKelvey

Traducción y Edición: Milamex Ediciones

Liturgia de alabanza al Rey de la creación

Nuestros pensamientos sobre ti,

Han sido demasiado pequeños, demasiado escasos, oh Dios.

Porque poco hemos reflexionado en

lo específico del ejercicio de tu autoridad,

extendiéndose hacia las incontables partículas

de la creación.

No hay cuadrante sobre el cual tú no seas Rey.

Y mientras la creación clama por su liberación

y redención, todas las implicaciones de tu profundo Señorío

aún están por revelarse a través de incontables facetas a considerar:

Cristo, eres el Rey de la nieve,

eres el Hacedor de todos los climas,

eres el Rey de la luz del sol 

y las tormentas,

el Rey de los cielos nublados y los aguaceros.

Eres el Rey de la lluvia,

Rey del Sol,

el Rey del huracán,

eres el Rey del otoño

y Rey de la primavera.

Y nuestros pensamientos sobre ti,

han sido demasiado pequeños, demasiado escasos, oh Dios.

Los dioses antiguos e impotentes,

en los que nuestros ancestros alguna vez creyeron, 

eran en su mejor intento

imágenes imperfectas de ti,

de Aquel, cuya fuerza y bondad

y creativa majestad

y maravilloso misterio y amor,

supera esos viejos relatos, así como la luz del sol supera

la luz tenue de estrellas reflejadas

en una oscura y ondeante piscina.

Los cuentos de hadas

elaborados por nuestras culturas antiguas

apuntaban hacia ti,

aunque no lo supieran.

Sin embargo, sus príncipes perfectos

y finales dichosos eran

anhelos de todo lo que halla

plenitud en ti.

Eres el Señor de la siega.

Rey del grano,

Rey del vino,

el Dios de la abundancia,

el Dios de la casa y el hogar.

Tú eres el Rey del monte,

Rey de la flor silvestre,

Rey de los grandes osos,

Rey de los barrancos.

Eres el Monarca de las praderas,

el Señor de los campos de lava,

Gobernante de las zonas desérticas,

Rey de los polos,

Rey del arcoiris,

el Rey de la Cruz del Sur,

y el Rey de las auroras boreales.

Eres el Rey de los conejos,

y el Señor de los árboles altos.

Eres el Dios de la juventud

y el Dios de la vejez.

Eres el Rey de la bellota,

el Dios del río,

el Rey del pantano,

Rey de claros,

Rey de rocas,

Gobernante de todos los ruiseñores.

Eres el Señor de los caballos,

el Rey del peñasco,

Señor de las abejas,

Rey de las morsas,

Comandante de los rinocerontes,

Señor de las luciérnagas,

Señor de la cueva,

Rey de la montaña,

Gobernante de los pastizales,

Dios de los valles.

Eres el Capitán de las nubes,

el Rey de los lobos,

el Rey de las cacatúas.

Y nuestros pensamientos sobre ti,

han sido demasiado pequeños, demasiado escasos.


Porque tu derecho sobre la creación es vasto.

Eres el Señor de la Antártica,

el Rey de California,

el Rey de las colinas escocesas,

y el Rey del Nilo.

Eres el tejedor de

las estructuras invisibles del mundo.

Eres el Señor de los átomos,

el Gobernante de los electrones,

el Señor de la gravedad,

y el Rey de los quarks.


Tu dominio envuelve a la tierra y se levanta

más allá, hasta el extremo más lejano de las estrellas.

Eres Señor de los vastos espacios vacíos.

Eres el Rey de las constelaciones,

el Rey del agujero negro,

Señor de las novas explotando,

Señor de la velocidad de la luz,

Rey supremo de las galaxias,

Rey de Orión,

Rey de la Luna.

Y así, aún así,

Nuestros pensamientos sobre ti,

han sido demasiado pequeños, demasiado escasos.

Eres el Dios de la justicia,

el Dios de la sabiduría,

el Dios de la misericordia,

el Dios de la redención.

Eres el Señor del amor.

Todo esto es cierto.

Pero nuestros pensamientos sobre ti siguen siendo muy escasos,

pues nuestras mentes son demasiado pequeñas

como para concebirlos todos,

y aún más, para contenerlos.

Tú eras antes de todas las cosas, tú creaste

todas las cosas y en ti todas las cosas se mantienen unidas.

No hay un rincón en la creación

que fallarás en redimir.

Eres Señor de señores,

y Rey de reyes.

¡Oh Jesucristo,

nuestro Rey de todo!

Amén.